Literatura Liberteña
EFRAIN ORBEGOSO RODRIGUEZ
Escribe:Blasco Bazán Vera, blascobv@hotmail.com
Efraín Orbegoso Rodríguez, nació en Otuzco el año de 1926 hijo del poeta Ismael Orbegoso Polo y Elcira Rodríguez. Su campo fue el de la educación. Escribió “Geografía del Dpto. de
Efraín Orbegoso estudió Educación y Geografía en
En Primer Capítulo lo titula “Mi madre y su comarca azul”. Efraín Orbegoso Rodríguez, habiendo cumplido con el pueblo que lo vio nacer al dedicarle sendos libros de Geografía, aparece el Orbegoso poeta, escudriñador, de la humanidad filial y por ende propulsor de sus sentimientos. Como hijo, se sintió orgulloso del señorío paterno y muy embelesado, tierno y agradecido por la dignidad materna; juntando ambos, señorío y dignidad, apareció el poeta, en toda su dimensión. Su padre, aportó mucho en su formación poética y su madre cinceló el alma del hijo Efraín inculcándole lecturas y cantos que burilaron al útil hombre que más tarde sería un brillante ciudadano.
El Segundo Capítulo lleva el nombre de “Versos de una sola angustia” son 30 poesías escritas entre el año
“Ser forastero en su tierra/Es un morir sin morir,/Es un llorar sin llorar, /Es un sentir sin sentir,/Es un dolor sin dolor./Es ser y no poder ser,/Ni siquiera un leal perro, /Que busca afanoso un dueño,/Para ponerse a ladrar”.
El Tercer Capítulo lleva por nombre “El cancionero del alfabetizador”; donde surge la vena pedagógica y poética de Efraín Orbegoso. Qué difícil es hacer una trama literaria con nuestro alfabeto, pero, que fácil es adornar, para Orbegoso, a cada letra y vestirla de inocencia, de pulcritud y de mensaje. No un mensaje zalamero y carantaño sino: Recio, docente y majestuoso.
El Cuarto Capítulo lleva por nombre “Emociones vegetales”. Aquí nace el geógrafo y poeta. Ambas facciones se dan la mano y en perfecta ecuación se amalgaman en una sinfonía que canta a la naturaleza, y, al hombre. Belleza y Hombre se dan la mano para procrear poemas colmados de admiración que traen conocimientos. Efraín Orbegoso nos deleita en cada una de sus poesías y evoca sus retamas, achupallas, alcanfores, nos endulza con la “cortadera” nos asombra con sus “gigantones”, surgen los maizales, lúcumos, chochos, los shayapes, los extrañados “llonques” que dejaron una profunda soledad en el alma del poeta. Canta al Koyo, los espinos, el llagón, los molles, los alisos, los olivos, las zarzamoras, los capulíes, el sauco, la mostaza, los sorogomes, las tunas y el supuesto árbol, alto, bello y elevado que cuando es sacudido por el viento serrano sus ramas se mueven como saludando a los andes: El Eucalipto. En este capítulo surge lo que bien podríamos llamarle: Efraín, el Geógrafo; Efraín, el poeta.
El Quinto y último Capítulo lo conocemos como “Las canciones de mis nietos” escritas entre los años
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