EL ILUSTRE CHEPENANO QUE ASUMIÓ LA DEFENSA DE CESAR VALLEJO
Escribe: Blasco Bazán Vera.
Sobre César Vallejo, siempre hay mucho más que decir. La profunda amistad que éste entabló con la gloriosa falange de intelectuales de su época, sigue siendo atada con la misma solidez desde aquel primer día en que se hallaron, allá, por el año 1914.
El destino, busca ensamblar seres para serle útiles o viceversa. Algo parecido con lo primero, sucedió con el Primer Grupo Literario que tuvo nuestra Región La Libertad, me refiero al “Grupo Primavera”. La amistad empezada por la juventud del grupo de aquella época del siglo XIX, así lo demostró. Jóvenes como Raúl Edmundo Haya y Cárdenas, Julia Pacheco Rebaza, Celso Santelices y Márquez, Eduardo González (Abuelo de Eduardo González Viaña), Santiago Wilfredo Rodríguez, María Tránsito Muga y Reyna, Manuel Ángel del Corral, Enrique Marquina Cabero, Manuel Cardoso Mesones, Octavio Cerna Rebaza, se conocieron y se juntaron, cultural y amicalmente, el 1º de enero de 1887 mediante el Primer Órgano Literario de la Juventud de Trujillo llamado “La Primavera” para, según sus palabras, “Salir de la oscuridad a contemplar los primeros rayos del sol (…). Combatir los vicios y las preocupaciones del pueblo, moralizar las costumbres, estimular a la juventud, ofreciéndole con la mejor voluntad, las columnas de nuestro periódico, fundado exclusivamente para ella”.
Esta clarinada de voces, tienen mucha semejanza a la continuada en el mismo tono y altivez con el “Grupo Norte” que alentaran Antenor Orrego Espinoza y José Eulogio Garrido que se rodearon de la mejor juventud trujillana del siglo XX, como Alcides Spelucín Vega, Víctor Raúl Haya de la Torre, Eloy Espinoza Cárdenas, Juan Espejo Asturrizaga, Francisco Sandoval Bustamante, Oscar Imaña Sánchez, Federico Esquerre Cedrón. Macedonio de La Torre Collard, Carlos Manuel Cox Roose, Ciro Alegría Bazán, Jorge Eugenio Castañeda, Juan José Lora, Alfonso Sánchez Arteaga, Leoncio Muñoz Rázuri y, por supuesto, César Vallejo Mendoza; donde, cada uno de ellos, destacó con luz propia, pues, el “Grupo Norte”, se juntó bajo los principios de la La Moral y la Cultura comprendiendo que esos valores abren los caminos al triunfo e incineran diferencias abismales.
Dentro del “Grupo Norte” ninguno de los nombrados siguió la hermosa profesión de abogado. Por eso, cuando el momento aciago azotó a uno de ellos, nos referimos a César Vallejo, aquel obstáculo, sus amigos, lo vencieron recurriendo en busca de un buen defensor de la justicia y la hallaron en la ilustre personalidad de ciudadano, Dr. Carlos Godoy Collantes., de quien el Filósofo Antenor Orrego dijo: “Aquí debo mencionar a un inteligente abogado, admirador del poeta, que se prestó, generosamente, a hacer la defensa, hombre valeroso y de gran corazón, el doctor; Carlos C. Godoy”.
Y ese ilustre abogado, nacido en Chepén, afinado por las sabias enseñanzas de su profesor don Octavio Mongrut Giraldo, entonces Director del colegio de San Pedro de Lloc; fue quien esgrimió su sabiduría y su moral, conmoviendo, con su palabra contundente, a jueces y fiscales, seguro de que César Vallejo, su defendido, a quien prestó sus servicios gratuitamente, era presa de una vil celada de esas que mancillan honores y profanan calidades. Godoy, habló siempre con firmeza inducido por los principios de libertad que siempre le acompañaron.
¡Que suerte para Godoy que el destino pusiera en sus manos la libertad arrebatada a César Vallejo! Desde que recibió el encargo, se dedicó a él con pasión y esperanza forjadas en el pueblo que lo vio nacer: Chepén.
Revisó libros, consultó leyes y pronunció discursos cargados de justicia que limpiaron la negra leyenda que se lanzó sobre su defendido.
César Vallejo, hasta los últimos días de su vida, tuvo presente a este ilustre chepenano, sintiéndose agradecido el haber encontrado un hombre todo lleno de pureza y pundonor.
Libre, Vallejo, y ya en Lima, el 16 de junio de 1923 le dirigió una carta al Dr. Carlos Godoy comunicándole que el día siguiente viajará hacia París y en un párrafo inmensamente humano, le dice: “…Habría querido bajar mi paso, en Salaverry, mas lamentablemente no toca “El Oroya” en ése puerto y me quedo con la mano en el aire, sin alcanzar estrechar las de los poquísimos amigos que como usted ocupan mi corazón…”.
Reminiscencias de un pasado glorioso que enaltece al pueblo de Chepén al revelar que fue un hijo de esta tierra quien puso todo su tesón y sabiduría para encontrar, como encontró, la llave de la libertad despojada por 112 días a nuestro Vate Universal, prisionero desde el 6 de noviembre de 1920l.
Carlos Godoy Collantes lo defendió, presentó recursos, se enfrentó al Tribunal Correccional de Trujillo. Dio luces a los magistrados y no cesó hasta liberar a su defendido el 26 de febrero de 1921. Asombroso fue para Godoy observar que los labios de Vallejo no lanzaron un solo reproche, ni una queja, ni una frase que delatara odiosidad contra sus enemigos.
La libertad de Vallejo la festejaron en la ramada de Valeriano y entre muchos estuvieron Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Federico Esquerre, Juan y Carlos Espejo Asturrizaga, el pacasmayino Leoncio Muñoz Rázuri, Juan José Lora, Agustín Haya de la Torre, Augusto Silva Solís, Néstor, hermano de Vallejo, varios universitarios y por supuesto la esclarecida figura del abogado chepenano Carlos Godoy Collantes, hermano del José María que naciera en también en Chepén el 9 de diciembre de 1888 y ambos, hijos de José María Godoy y Carmen Collantes.
Vallejo, siempre tuvo presente a Carlos Godoy (En este juicio que hasta hoy 2006, no termina). El 7 de Junio de 1926, desde París, el santiaguino, al conocer que su juicio se reabriría. Le escribió a su amigo chepenano una carta diciéndole entre otros: “Señor doctor Carlos C. Godoy, Trujillo. Mi querido doctor…mientras recibo noticias de usted, inolvidable y generoso amigo, me quedo presa de un angustioso sobresalto. Le abraza de todo corazón su agradecido e invariable amigo”.
El 23 de Junio de 1926, Vallejo vuelve a dirigirse a Godoy y le dice: “Mi querido doctor y amigo: He tenido el especial, placer de leer su cariñosa carta del 15 de mayo pasado. Estoy agradecido de los frecuentes servicios y bondadosas atenciones con que trata cuanto se refiere a mí y a mi familia…”.
En otra carta que Vallejo remite desde París a Carlos Godoy fechada el 15 de agosto de 1926 le dice: “Mi querido doctor: Agradezco a usted mucho su cablegrama y su atentísima carta en que me dice que no tenga cuidado sobre el juicio de Santiago de Chuco. Sus noticias han venido a calmar mi inquietud, pues estaba yo muy atormentado…siempre he contado con la firme gentileza de usted, doctor, y sobre todo con la desinteresada atención y el sincero afecto que dedica usted a cuanto se refiere a mi vida. Mil gracias. Son finezas que yo no olvidaré nunca”.
Nuestro ilustre jurisconsulto, don Carlos Godoy Collantes, se recibió en la Universidad de Trujillo, fue profesor del Colegio Moderno, Independencia y del glorioso San Juan. La Municipalidad trujillana lo tuvo entre sus más esclarecidos concejales, Dictó clases objetivas, recorrió escuelas y viviendas pobres obsequiando libros y dando sanos consejos. En Moche sostuvo la escuela rural “Andrés Rázuri” y narró a cuantos pudo, la genial hazaña, del sampedrano, héroe de Junín, José Andrés Rázuri.
Su estudio siempre fue el más concurrido por selecta clientela. Sus defensas fueron contundentes y por eso se le tuvo como hombre recio y sabio. Fue elegido concejal al Municipio de Trujillo con la más alta votación y el año 1931 fue elegido integrante del Congreso Constituyente del Perú terminando él, junto a más de una veintena de Diputados, en el exilio. Regresó clandestinamente al Perú el año 1933 donde es capturado y sometido a uno de los peores vejámenes con que se sometía a los presos políticos de esos años. En 1945 es elegido Diputado convirtiéndose en el Primer hijo de Chepén que llegó a esa magistratura parlamentaria, según nos lo da ha conocer el otro ilustre poeta jequetepecano, don José Vicente Rázuri y Cortez, quien trató y conoció al Dr. Godoy, en quien, Vallejo, cifró sus penas y esperanzas y éste, Godoy, no le defraudó, y, el gesto de este ilustre hijo de Chepén, une la amistad cultural y amical de dos pueblos al descubrirse que fue un Chepenano, el que asumió con entereza y generosidad la defensa del siempre brillante poeta santiaguino: César Abraham Vallejo Mendoza. Email:blascobv@hotmail.com

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