Letras liberteñas

LUIS VALLE GOICOCHEA

Blasco Bazán Vera, blascobv@hotmail.com

Luis Valle Goicochea, nació en el distrito La Soledad. Provincia de Pataz, el 2 de noviembre de 1910 y uno de los poetas poco conocidos por su honda sensibilidad hacia la vida. Muy joven, ingresó al Seminario San Carlos y San Marcelo de Trujillo para seguir la orden sacerdotal, carrera que prontamente abandona para luego ser redactor del diario “La Industria” de Trujillo que, paralelo a sus dotes poéticas incursiona en el cuento apareciendo uno de ellos en la Revista Variedades que dirigía Clemente Palma, hijo de don Ricardo Palma.

En 1932, Valle, publica su primer libro “Las Canciones de Rinono y Papagil” con una portada hecha por Camilo Blas con prólogo de Enrique Barrenechea. Este poemario es un canto a la sencillez, un saludo a la gracia, un volver del cosmos a la tierra y contemplar la belleza que sus criaturas encierran. Es un libro exento de hipocresías. Nada de falsas imágenes ni cantos enrevesados. Es un poemario pletórico de espontaneidad y juventud.

En 1943, Valle Goicochea, compartió, en el convento San Francisco del Cuzco, amistad y estudios con el famoso José Mojica, mejicano quien abandonó la vida mundana y siguió a Cristo. A ambos se les dispensó del estudio de la Filosofía debido a la preparación cultural y universitaria que poseían. Mojica era ingeniero agrónomo y Veterinario, pintor, músico. Luis Valle había estudiado letras en la Universidad de San Marcos y su composición “San Francisco y Don Quijote” deslumbró al Superior del Convento Monseñor Federico Ritcher Fernández Prada. Años más tarde, Luis Valle se retiró de la Orden, por ocultos designios de Dios.

Apreciemos la sencillez de Valle en el poema “Romance de Papagil” de su libro “Las Canciones de Rinono y Papagil”: Rinono canta de nuevo/ para que te siga la rarra,/ vuelan flores y gallitos/ de papel por la mañana.// Papagil está esperando/ en la puerta de la casa/ y en la espera se le vuelve/ flor, espuma, nube, el alma.// Papagil arrugadito/ en la puerta de la casa,/ y son sus ochenta años/ ochenta hormiguitas blancas.// El aire se vuelve azahar/ boda azul de las naranjas/ la luna será esta noche/ una mariposa blanca.// La mariposa una estrella/ y la estrella una manzana,/ y la manzana Rinono/ en la mano de la rarra.// Por saberlo Papagil/ está donde la alborada/ sentadito en una esfera/ a la puerta de su casa.// Y cuando el cura y demás/ vecinos dicen ¿Qué pasa?/ Papagil pone a sus labios/ un candadito de plata”.

Su segundo libro aparece en 1934 con el título de “El Sábado y la Casa” donde el dolor toca a su alma y vemos a un Valle puesto a dar sus primeros alaridos. La nostalgia lo invade y le hace brotar versos de dolorosa realidad. Luego publica “La Elegía Tremenda”, “Parva”, “Paz en la Tierra”, la novela “Los zapatos de Cordobán” donde vuelve a fijar sus ojos en lugares tan conocidos por él como: La Soledad, Parcoy, el cerro Puyhuan, Chuchumaray, “Miss Lucy King y su poema” que relata una aventura con una extraña mujer en un país extraño, el ensayo dramático “Jovita y siete solios” que trata sobre la vida de San Francisco y que se publicó en Arequipa en 1946 y “Marianita Coronel”, que nunca publicó pero que Miró Quezada, Director del “El Comercio” sí lo hizo, como un gesto de afecto al poeta y amigo.

Usó el seudónimo Carlos Bernabé. El alcohol hizo presa de su persona y sus amigos fueron muchas veces a buscarlo en lugares menos inesperados hasta que una mañana del 13 de agosto de 1953, torpemente lo arrolló un carro y ni en el hospital donde se le llevó, ni en la morgue donde hubo que rescatarlo, sospecharon que ese frágil hombre accidentado y ya muerto, era del genial poeta patacino Luis Valle Goicochea, el mismo que había escrito tantas páginas preñadas de inmensa ternura.

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