Palabras que ofrecí a mi amigo el Dr. Segundo Llanos Horna, en el Paraninfo de la Universidad Nacional de Trujillo - Perú, con motivo de la presentación de su nuevo libro. (En la Foto: Blasco Bazán Vera, Teresita de Jesús Bravo Malca y Segundo Llanos Horna)
Señores miembros de la mesa:
Esta noche no hemos reunido por el llamado de un gran motivo cual es la presentación de un nuevo hijo literario que nos ofrece su creador, el Dr. Segundo Javier Llanos Horna, uno de los más preclaros periodistas que tiene la Región La Libertad.
Quienes integramos ARIEL, expresamos en carne propia el orgullo de tener entre sus integrantes a Dr. Llanos Horna, reconocido no sólo por ser el portaestandarte del periodismo liberteño sino también por el nutrido manojo de parabienes que porta como son su calidad de docente universitario, su ejemplar solvencia de padre de familia y su probidad enmarcada en su exaltada aptitud de saber prodigar los valores de la amistad.
Todos los que nos hemos reunido esta noche nos sentimos orgullosos de tenerlo como amigo y sobre todo como genuino representante de las letras liberteñas, por eso, este paraninfo universitario celoso poseedor de una y mil gestas de cultura, se fecunda una vez más del soplo formativo, recibiendo en su seno a quien como alumno, supo ser brillante, y, ahora, como escritor, conserva ese brillo, extendiéndonos su excelsa lucidez demostrada en este nuevo libro que será comentado por otro penetrante escritor y docente como es nuestro amigo Saniel Lozano.
Mi querido Segundo Javier, la alegría que esta noche te embarga, siente en ella el calor de tu familia, de tu esposa querida y de tus hijos, a esa alegría, permite juntarle la que sentimos tus amigos para que aumente en calor y lozanía y se mezcle con la siempre generosa espiritualidad que te acompaña en todos los actos de tu vida.
A nombre de ARIEL, la Institución nacida bajo el soplo genial de tu estro creador, te saluda y felicita en esta noche intelectual en que te aprestas a hacer caminar a tu nuevo retoño literario a quien has bautizado con el egregio nombre de HISTORIAS TRUJILLANAS DE PERIÓDICO a quien ya comenzamos a recibirlo con el más abundante afecto de simpatía.
Muchas gracias.









LA MAGIA DE MATILDE LÓPEZ BALTODANO
Escribe:Blasco Bazán Vera
Señoras y señores

Esta noche nos hemos reunido con la finalidad de darle al espíritu la más sana recreación a través del arte que ostenta el hombre, en este caso, con el arte que espléndidamente porta una mujer como es la distinguida artista Matilde López Baltodano.
Y digo, espléndidamente, porque es la palabra más adecuada para señalar con altruista precisión a una mujer que ha logrado convertir a la planta del junco en una planta mensajera de belleza y de múltiples parabienes que producen admiración, gracias al ingenio de artista que encierra.
Si nos referimos a otros artistas, notaremos que el poeta, juega con las palabras hasta que encuentra la rima precisa para crear un poema. El novelista, busca el espacio adecuado para su novela, el pintor, coge los pinceles y en un abrir y cerrar de ojos crea su lienzo. Es decir, para el poeta, como el novelista y el pintor, sus producciones emergen con la mayor diafanidad donde no está presente el saetazo del tiempo; en cambio, para quien tiene que delicadamente coger las alargadas plantas del junco con la finalidad de construir su obra de arte, tampoco le importa el tiempo, lo que le importa, es colmarse de paciencia para que artísticamente vaya instituyendo una obra que satisfaga sus aspiraciones, de ella, y de sus futuros admiradores.
Señores, las obras que esta noche contemplamos, son categórico producto del secreto de dos vertientes: Del Arte y de la Paciencia que posee nuestra artista.
Del arte, porque doña Matilde López, con sabia maestría, va cogiendo los frutos naturales que le brinda la naturaleza, les ofrece el aliento, el pensamiento certero y la seguridad de su arte y de su empeño de tal manera que el cuadro meditado alcance el insospechable murmullo de admiración.
Del Arte, porque esta creadora que esta noche nos deleita, cultiva con grandeza el buen cúmulo de talentos que Dios le ha dado. Sus ojos y sus manos se juntan en sabio binomio artístico fielmente dirigidos por el talante inteligente que los induce hacer nacer la obra propuesta.
Del Arte, porque es agradable contemplar los cuadros que nacen producto de una dama autodidacta quien sin asomo de impaciencias, crea sus cuadros y el junco, la maravillosa planta a quien trata con sincera devoción, conserva la vida y el éxtasis de su lozanía, aún más allá de los tiempos.
Con sabia elegancia, sus manos moldean la nueva creatura. A esas sus manos se le une su dúctil sonrisa para conseguir que el hijo en gestación lleve el sello de la ternura propia de las mujeres nacidas para crear y deslumbrar con sus cuadros.
Quien domina el arte de trabajar el junco está destinado a perennizar esta bendita planta. Matilde López y sus cuadros nos hacen comprender que el junco permanece en pie a pesar del embate de los vientos que quieren doblegarlo, permanece incólume, erguido, admirable por obra y gracia de la fortaleza artística que le va encarnando la recia personalidad de nuestra artista.
Ella con su arte, devuelve a Dios los talentos recibidos y el junco logra humanizarse pues sonríe con la misma magnitud de su creadora.
El arte que posee doña Matilde López Baltodano, es digno de asombro y contemplación. Observar cualquiera de sus cuadros es abastecernos de belleza, pero nos preguntamos, entonces ¿Cuál es el otro extraño encantamiento que posee esta artista para plasmar su creación? … el otro extraño encantamiento de esta artista aparte de su Arte es la egregia Paciencia con que está dotada.
Paciencia, porque es la única arma que se vale el hombre para alcanzar la obra perfecta. Es decir, La paciencia es el otro grande secreto del que se vale doña Matilde López para subyugarnos con sus benditas creaciones.
Con sabia paciencia va seleccionando los juncos que ha de trabajar. Para ella no existe el apresuramiento. El tiempo, no cuenta en ella. Lo que cuenta es crear una obra de arte. Lo que cuenta, es transformar cada planta. Es buscarle la manera que se ubiquen precisas al lugar que les corresponde. La planta del junco no sufre pues a pesar de ser cortada, doblada, cercenada, dócilmente se deja trabajar segura de ocupar el sitio señalado, guardar el mismo grosor y conservar el mismo esplendor de cuando fue una sola planta.
Y todo eso, producto de la Paciencia que porta su autora que cual paciente hacedora ha ido colocando, trozo tras trozo de planta, en el lugar perfecto que le ordena su admirable creatividad consiguiendo de eso modo ser una planta imperecedera que tiene la magia de darle a vida a quien se acerque ha contemplarla.
Y, más asombroso aún, es observar cómo cada cuadro va conquistando vida conforme llega a su culminación. El blanco y negro se disipa para, gracias al Arte y la Paciencia, cada resquicio de su todo es pintado con el color correspondiente para alcanzar el feliz final de haberse creado un cuadro majestuoso, bello y agraciado.
Pero, señoras y señores, muchas veces estas brillantes artistas son soslayadas, ignoradas o terriblemente olvidadas. Viven en el anonimato y muchas veces la soberbia de la gente no permite gozar de su genialidad. Pero, esta noche la soberbia y el olvido han recibido un profundo desprecio porque este momento artístico es ahora una verdadera majestad de grandeza, pues, sus autoridades, en este caso, la Honorable Municipalidad de Cascas que preside don Juan Iglesias, no ha querido dar lugar al terrible trance el olvido y a través de esta magnífica exposición reconoce la valía exquisita que porta la virtuosidad artística de la distinguida dama doña Matilde López. Baltodano.
Señores, gocemos con lo que nuestros ojos ven: Que una simple planta de junco que Dios regala, es transformada por el arte y la paciencia de nuestra honorable creadora, en hermosos cuadros que alegran nuestro espíritu quien sin temor alguno se conmueve, elogia y reconoce que estamos frente a una mujer que es una verdadera artista digna de alabar.
Apreciada Artista: Que Dios siempre ilumine los pasos de su vida., a usted, su esposo y toda su familia.
Muchas gracias.




ROGER VALDIVIEZO PAREDES

Escribe: BLASCO BAZÁN VERA
Vamos a comentar el libro cuyo sugerente título lleva por nombre “Los días de los cuarteles quemados” que pertenece al género de la novela y está escrito por Roger Valdiviezo Paredes, nacido en Cartavio, La Libertad.
La importancia que ofrece esta novela, es QUE ES muy atractiva, pues la mayoría de los personajes que intervienen en ella son ficticios aunque el papel que desempeñan, algunos, son reales. Esta manera de escribir del autor hace que sus personajes sean movidos correctamente acorde con el papel que cada uno desempeña, y son tan bien movidos, que atrapan poderosamente al lector por causa de la bien hilvanada trama a que han sido sometidos. Sus acciones son narradas con elevada precisión que permiten gozar sus hazañas, sumergirse en ellas y tiene que ser así, porque si su poder es superior, en esencia, al de los hombres y al de las circunstancias de esos hombres, el héroe se convierte en una criatura sobrenatural y lo que se cuenta de él es un casi mito que verdaderamente nos subyuga.
Todos los personajes que intervienen en esta novela “Los días de los cuarteles quemados”, hablan, sienten y reaccionan, en gran parte, dentro de un escenario conocido por el autor y que son lugares de nuestra región, donde los pueblos como Cartavio, Santiago de Cao, Casa Grande y el río Chicama que los riega, surgen latentes haciendo mucho más llamativa la importancia novelística que encierra.
Nuestro escritor presenta los acontecimientos en el tiempo en que ocurrieron, mejor dicho, en el orden cronológico en que sucedieron los acontecimientos que está narrando. Con amplia libertad, nuestro escritor usa ciertas palabras que aparentemente son fuertes pero se suavizan por la ubicación y la adecuación exacta con que las ubica cuando describe los hechos. Esto significa que esta novela desde viene cargada de un sin número de episodios que merecen leerlos con fascinante atención.
“Los días de los cuarteles quemados”, está escrita en nueve capítulos, ofreciendo cada uno la suficiente dosis de desarrollo literario, graneado y ameno. Cada uno tiene el valor de exhibir sus acciones alcanzando dimensiones de asombro por la atracción que portan. Nuestro escritor, con elevada habilidad literaria, lleva a Julio Pascual Blas Baca, uno de los personajes de esta novela, lo ubica en la bocana del río Chicama donde lo esperaba don Cristóbal Valdez Pérez, personaje principal de la misma, quien, por encargo familiar, le narraría las historias contenidas en este libro.
Cada capítulo es importante porque no inutiliza la atención de lector. El título de la obra se refiere a los cuarteles quemados que no es sino el desnudar las cañas de sus hojas cortantes y efervescentes para luego llevarlas al trapiche para ser estrujadas y sacarles el dulce que contienen. Sus renglones nos narran la jerarquía en que estaban distribuidos los trabajadores de la poderosa hacienda Cartavio: De los peones, operarios-obreros y administrativos en que estaban clasificados donde sobre sale le epónima figura del líder sindical Manuel Arévalo; de don Nicolás Pérez y sus brillantes responsos en latín con que despedía al muerto en el cementerio, de las hermanas embarazadas por un prestigioso militar, de las pistolas escondidas que inducen al misterio, que finalmente es esclarecido.
Con estilo literario llano y sencillo, Roger Valdiviezo, maneja con propiedad el lenguaje y el tema que en sí no son sino las peripecias que pasa la familia Valdez. La sensibilidad que esgrime Valdiviezo en su narración, se percibe, se advierte en cada uno de los renglones de esta interesante novela. El estilo del autor es simple, porque excluye adornos o figuras literarias, conformándose con la claridad de su narración; de esa forma nos sigue deleitando con las peripecias y ansias de Constantino Valdés por llegar a ser un competente sastre. De las aventuras de Paloma Baca, de la revolución de Trujillo que realizaron los apristas el año de 1932. Es decir, esta novela describe tantos sucesos que bien vale clasificarla dentro de las novelas históricas porque los principales personajes o los hechos que sirven de asunto, está tomados de la historia, con alteraciones más o menos insignificantes, creados por la imaginación del novelista Roger Valdiviezo.
Las múltiples aventuras que contiene esta novela, permite no perder de vista la acción de sus personajes. Nuestro escritor, cual hábil alfarero, a cada una le adosa el exacto papel que debe desempeñar donde no falta la presencia del ser inanimado como la piedra cósmica hallada en la hacienda Casa Grande a quien se le atribuye poderes sobrenaturales. Las acciones son palpitantes de principio a fin y en ellas se resalta las variadas aventuras realizadas en Cartavio, Ancash, Chimbote, Lima, Trujillo; nos narra sobre el esposo epiléptico y estéril, de la tomada de la leche de magnesia, del robo del siglo en la hacienda Casa Grande, del aprendiz de torero, de las rivalidades entre San juanistas y Sánchezcarrionistas, del golpe de estado de Velasco y por supuesto de los recuerdos históricos de la siempre inmortalizada negra Carlota que vimos constantemente por las calles de Trujillo.
Lo que podemos resaltar de esta novela histórica es que es sumamente atrayente, amena, llena de aventuras, donde narra las peripecias de la familia Valdez, familia que nos hacen comprender que su pueblo de Cartavio ha sufrido golpes humanos y también naturales, que nadie tiene el derecho de deformar el espíritu de una sociedad que sigue un buen camino y que todo tiene solución, menos la muerte.
Señoras y señores, la novela “Los días de los cuarteles quemados”, ingresa al parnaso del estamento literario de nuestra región La Libertad, con el pie derecho y con ello la multitud de escritores liberteños se acrecienta pues con justa apreciación extendemos nuestro saludo generoso al flamante escritor liberteño Roger Valdiviezo a quien le expresamos un generoso aplauso en homenaje al nacimiento de su primer hijo literario.

EL BOLERO INMORTAL
Blasco Bazán Vera, blascobv@hotmail.com

Gran parte de poesías y canciones que leemos y escuchamos tienen su propia fuente de inspiración. El poemario “Serenidad”, escrito por Amado Nervo, se pensó, sería el último libro que escribiría, no fue así pues, los amores ocultos, sumamente apasionados que Nervo sostuvo con la francesita Ana Cecilia Luisa Dailliez, hicieron de esa mujer y su repentina muerte los que condujeron al famoso poeta mexicano a conocer los caminos de la ecuanimidad a través de último y muy sentido poemario “La Amada Inmovil” dedicado a Ana Cecilia.
Así como Amado Nervo, muchos grandes y amantes literatos, lloraron antes que él en rimas eternas, a su amada. Dante Aligiheri, a Beatriz; Petrarca a Laura: Miguel Ángel, a Victoria Colonna; Mariano Melgar a Silvia. Otros de su generación y en estatura poética, también lo hicieron: Espronceda a Teresa; Isaac a María; Silva a su hermana; Balart a Dolores, Villaespesa… y así, un largo rosario de dolientes.
Pero, es la madre poesía quien nos permite ingresar a los campos de la madre música y viene a nuestro recuerdo la hermosísima canción que nos hace extraer de lo más profundo, lo más íntimo de nuestro apego amoroso; se trata de ese bolero eterno, de esa canción inmortal titulada “Solamente una vez” que al escucharla, sublimiza nuestro espíritu y hace que evoquemos reinas y princesas que pastorearon los jardines de nuestra juventud, tarareando en silencio “Solamente una vez, amé en la vida…solamente una vez, y nada más…”
Creíamos, me incluyo por supuesto, que esta encantadora canción estaba inspirada en el despecho o en la desilusión que causó una amada irreverente a un desdichado galán, o pensábamos que “Solamente Una Vez”, es el haber recibido por única y primera vez el desprecio convertido en inolvidable experiencia dolorosa, o decíamos, que aquel bello bolero, no es sino el resultado del amoroso sello que une para siempre dos corazones enamorados. Pues, esas elucubraciones, eran equivocadas.
Lo cierto es que, cuando el famoso tenor mexicano José Mojica, nacido en Jalisco, México, el 15 de setiembre de 1896 - leyó la conmovedora vida de San Francisco de Asís quedóse tremendamente impactado. Le había gustado la vida angélica del santo y quiso vivir como él. Dejar atrás sus inmensos caudales, su prestigio de tenor de América, sus debuts en las principales salas de Nueva York, sus muchas películas gravadas, su prestigio en la meca del cine así como también sus incontables amores vividos con bellas mujeres del mundo del espectáculo. El año 1941 viajó al Perú y fue al Cuzco en compañía del historiador Eduardo Enrique Ríos, del arqueólogo Alberto Escalona y de su pianista Miguel García Mora, todos mejicanos, y fueron a visitar al convento de los Francisanos donde el angélico ambiente terminó por convencer a Mojica.
Este renombrado mejicano, adinerado y famoso, andando errante y vacilante en sus conocimientos acerca de la fe católica y de la iglesia, había encontrado en el libro San Francisco de Asís”, de Paul Sabatier, y en el ambiente del convento cuzqueño, la maravillosa vida que ansiaba seguir, y así, a las 46 años de edad, decidió hacerse hermano sacerdote franciscano.
Pensó en sus amigos, en las glorias de la vida, los triunfos merecidos, sus inmensas propiedades materiales, su profesión de ingeniero agrónomo, veterinario, hablaba cuatro idiomas, sus bellas mujeres y… en las humildes sandalias que en adelante deberían vestir sus andariegos pies.
Regresó a Argentina y estando en Buenos Aires, él y el famoso compositor Agustín Lara, fueron invitados por su gran amigo el famoso cantor Pedro Vargas a una reunión familiar. Allí, José Mojica les anunció a sus coterráneos, su drástica decisión de abandonar la vida mundana y dedicarse al sacerdocio.
Ambos amigos, Vargas y Lara, quedáronse anonadados ante lo que escucharon. La noticia fue contundente. Agustín Lara, sigiloso e incrédulo se levantó de su asiento, caminó hacia la calle y rato después regresó y entregó al reputado tenor Pedro Vargas la letra de una nueva canción, de un bolero, que llevaba por título “Solamente una vez”, dedicada a su amigo José Mojica. Pedro Vargas, acompañado en el piano por Agustín Lara, cantó esa canción con un sentimiento atestado de admiración y así esta bella historia nos hace comprender lo equivocados que estábamos algunos pues esa encantadora melodía no es homenaje para uno de los tantos amores incomprendidos como siempre habíamos pensado. Hoy, ya sabemos la fuente de inspiración que sirvió para que naciera ese inmortal bolero para un hombre, José Mojica, que antes de quedarse solo se quedó con Dios, y para siempre y… Solamente Una Vez…