A MI MADRE
(En la foto, doña Rosalvina Vera Cancino de Bazán)

En la oquedad del misterioso arcano
busco las falanges de tus manos
para besarlas, encantado,
por la dulzura que tuvieron.
Quiero cogerlas misteriosamente
como se cogen las rosas,
que nos da la primavera
Y no llorar, más bien;
purificarme en ellas,
ideando ser estrellas que me regala Dios.
Mas, ¿dónde estás cadáver bendito?
¿Dónde tus huesos?
¿Tu preciosa calavera aún guarda
la sonrisa enamorada que le estampó la luna?
Tus arrugas, cual caminos transitados por
soledades del tiempo hablaban de ti,
y yo, cautivado por tu exquisita voz
hoy bendigo tu vientre
que me dio a la luz.
No quiero cercenar mis pensamientos.
Ni deseo sumergir mis mil deseos
en frases huecas y atontadas.
Para ti, recia mujer, ¡madre adorada!
Diseño el mejor perfil de mis ideas
las coloco en el altar de mis recuerdos
salmodiando tu nombre noche y día.

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