A MI PADRE,
(En la foto don José Vicente Bazán Chilón)

¿Por qué ya no temo al tiempo y sus desdenes?
¿Por qué las otroras cicatrices se esfumaron
sin dejar rastros fieros que acobardar quisieron
las fibras infantiles de mi vida?
¿Dónde se halló el secreto que protegió mi todo?
¿En qué radico mi suerte y mi destino?
¿Qué extrañas fuerzas protegieron mi camino,
que tornaron al huracán, en aire manso;
al volcán, en tizón tenue;
al bronco grito, en grata melodía;
a la amarga mirada, en dulce atisbo?
Fue tu consejo, Padre mío,
quien me enseñó a vivir la vida.
Me trazaste la ruta de la lealtad;
Me dijiste que la Integridad es una
niña que no tiene edades;
Que la Verdad y la Honradez
siempre van con todo hombre bueno;
Que es muy difícil ser justo pero,
una vez decidido transitar por esos caminos
fácil es arribar a buen destino.
Fuiste, tú, Padre mío quien me dijo
“Si alguna vez el llanto te venciere
sean tus lágrimas, justo homenaje
a tus principios y convicciones definidas”.
Gracias Papá, porque amaste a Mamá
Gracias Papá, pues permitiste con tu ejemplo
Escribir hoy estas letras
colmadas de gratitud,
de justicia y lealtad.
Gracias, viejo lindo
que volaste al cielo
para desde allí, de la mano de Mamá,
contemplar
que tu semilla esparcida
es hoy sólida familia
que circula por las sendas
escabrosas de la vida
sin temer la adversidad.

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