LITERATURA LIBERTEÑA (

OSCAR IMAÑA SANCHEZ

Escribe: Blasco Bazán Vera

Oscar Imaña Sánchez, nació en Hualgayoc en 1893. Como lo hicieron con muchos jóvenes, desde muy niño lo trasladaron a estudiar a Trujillo. El 25 de abril de 1915 los diarios de Trujillo anuncian que los Juegos Florales convocado a concurso por la Universidad de Trujillo habían sido ganados por el joven Oscar Imaña Sánchez con su composición “Canto a la Primavera”, haciéndose acreedor a la “Flor Natural” que otorgaba la Universidad. El jurado estuvo conformado por Eleazar Boloña, Enrique de Guimaraes, Santiago Uceda, Ricardo Rivadeneyra y Alejando Cerna Rebaza. “Canto a la Primavera” consta de 20 estrofas de 6 versos alejandrinos.

Dos años después (1917) se desató en Trujillo un despliegue torbellinesco de difusión literaria y es nuevamente Oscar Imaña con su poema “Las alas del cansancio” redactado para ser recitado en una región amical, el que deslumbra a sus oyentes por la calidad de su estilo, pero, aquí sucedió algo anecdótico con este poema que dice:

Que cansancio tengo tras el viaje largo.../ Vengo de tan lejos que ya no recuerdo.../ La senda es abrupta y el potro es muy lerdo/Para este balumbo de ensueños que cargo.

Los días que paso dejan un amargo/ Desaliento en mi alma... Dicen que no es cuerdo/Ir sin fe, por esta ruta en que me pierdo.../¡Qué cansancio tengo tras el viaje largo!

Sigamos, no obstante, la vida es tan corta…/ ¿Erramos senderos? Sigamos... ¡No importa! ¡Si es hostil, no es tiempo de abismarse en otro!

Sigamos con este balumbo que pesa/ Y, acaso miremos, ebrios de sorpresa/ Desplegar sus alas de cóndor al potro.”

Lo anecdótico radica según nos lo expresa Juan Espejo Asturrizaga, al decirnos:

“...una tarde reunidos la mayor parte de los amigos en el centro de la Plaza de Armas (Trujillo), esperábamos impacientes a Oscar Imaña, que vivía en un departamento de la primera calle del jirón Salaverry, una vieja casona, donde funcionó por mucho tiempo la Compañía Salinera.

“Como se hiciera esperar demasiado-narrra Espejo- se destacó a César Vallejo para que vaya a traerlo. Vallejo lo encontró que acababa de escribir un soneto titulado, “Las Alas del Cansancio”, César lo leyó de corrido y terminada la lectura lo abrazó diciéndole que hasta el momento era lo mejor que había escrito.

“Nos fuimos de parranda y, ya en la noche en plena fiesta servida en “Los Tumbos” (Huerta en las afueras de la ciudad), Vallejo le pidió a Oscar que recitara aquellos versos que le había mostrado en su cuarto. Oscar empezó a decirlos, pero se confundía una y otra vez, acabando por declarar que no los recordaba. Es entonces que César se pone de pie y dice: “A ver si yo los recuerdo” y empezó a decirlos en tono grave y dramático con que sabía decir los suyos”. Esto demuestra la portentosa memoria que tenía el vate santiaguino.

El Dr. Demófilo Gamarra Pereda, gran vallejista y miembro integrante de la Comisión Organizadora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Trujillo que rectoraba Antenor Orrego en 1947, refiriéndose a Oscar Imaña Sánchez, nos dice: “En mi consultorio tuve la grata visita del poeta Oscar Imaña, quien fue integérrimo magistrado de la Corte de Justicia de Cajamarca. Abordamos varios tópicos y llegamos al punto de César Vallejo calificándole de “muy hábil” y “supernormal”. Imaña, relató a Gamarra algunos aspectos poco conocidos de Vallejo, entre ellos el sucedido en 1916. Dice el Dr. Gamarra: “… había un grupo de universitarios que pertenecían a “La Bohemia” y que no estudiaban. Se dieron cuenta que sólo les quedaban 2 días para el examen en diciembre de Derecho Procesal, curso extenso y pesado. Entonces todos se cobijaron bajo la protección de Vallejo para que les enseñara, pero Vallejo les contestó: Yo tampoco sé nada; el tiempo nos es muy estrecho de manera que ni pensar comenzar a estudiar en el libro; lo que vamos a hacer es formular cuadros sinópticos, en conformidad al programa, de lo poco que recordemos cada uno de nosotros de las clases que hemos escuchado”. Pero resulta que ninguno de los estudiantes recordaba nada de las clases y el único que recordaba todo fue Vallejo, quien formuló los respectivos cuadros sinópticos, con lo que explicó a sus compañeros en dos días todo el curso y todos salieron aprobados. El Dr. Imaña agrega: “y conste que Vallejo tenía una fantástica capacidad de retención, pues le bastaba oír una sola vez para que lo recuerde todo; me consta que no estudiaba porque no tenía tiempo pues en las tardes concurría a las clases en la Universidad; en las noches nunca faltaba a “La Bohemia” hasta las dos o tres de la mañana; y en las mañanas enseñaba en el Colegio “San Juan” en donde era maestro de primaria”.

Así mismo, el 10 de junio de 1917, la noche que Macedonio de la Torre ofreció una fiesta en su casa, Imaña tomó parte activa en esa velada al lado de César Vallejo, Alcides Spelucín y el músico Carlos Valderrama Herrera y, el 23 de junio de ese año cuando se iniciaron los “SÁBADOS LITERARIOS” promovidos por el diario “La Reforma”, Imaña fue uno de los fundadores junto a Vallejo, Spelucín, Juan Espejo, Carmen Rosa Rivadeneyra, Felipe Alvay Alva, Federico Esquerre, Francisco Sandoval, Eloy Espinoza Cárdenas y Antenor Orrego Espinoza quien se tornó en el pilar de esta actividad literaria.

Gran amigo de Nicanor de la Fuente (Nixa) y de Julio Galarreta Gonzáles quien ubica a Imaña dentro de la Promoción Juvenil de Trujillo y lo deposita entre la postrimería modernista, promoción colónida, y la estridencia del vanguardismo de la post-uerra, generación influida por el soplo mágico de Rubén Darío.

Imaña, fue integrante del Grupo Norte y por ende cultivó amistad con al poeta Huancaíno Juan Parra del Riego quien definió a Vallejo e Imaña como los únicos poetas representativos de aquel Grupo.

Oscar Augusto Imaña Sánchez murió en Lima en 1968 dejando su gran cantidad de poemas en manos de su hijo Oscar Imaña Ríos los mismos que esperan sean publicados algún día.

1 comentarios:

Marco Cardona Giraldo dijo...

Es hermoso ver cómo la memoria monstruosa de César Vallejo puede construir los apuntes biográficos y anecdóticos sobre Óscar Imaña. ¡Recordar lo que recordaba Vallejo y evocar tanta vida!