Rescatando la Literatura Liberteña

THELMO HOYLE DE LOS RÍOS

Escribe: Blasco Bazán Vera, blascobv@hotmail.com

Thelmo Hoyle de los Ríos, nace en la ciudad de Trujillo el 21 de enero de 1906. Su padres fueron el gran músico trujillano Daniel Hoyle Castro y la distinguida dama doña Leticia de los Ríos León. Pasó su niñez en las haciendas Chiquitoy, Roma y Ascope. Sus primeras letras las aprende en la escuelita de varones de Chiquitoy que gerenciaba su padre. El campo, la naturaleza, nutrió el alma infantil de Hoyle a la vez que el suave canto de los pájaros mecieron de paz y ternura su niñez par más tarde diseñar un hombre de ínclita personalidad, lleno de amor al prójimo.

Al fallecer su madre cuando tenía apenas 8 años de edad, pasó a vivir a Trujillo con su abuela materna doña Manuela León Márquez; él y sus hermanas menores Leticia y Daniela, esperaban ansiosos las vacaciones para regresar a Chiquitoy a seguir gozando de la naturaleza y del amor de su padre.

Estudió en el glorioso Centro Viejo “Pedro M. Ureña”, luego pasó como interno en el Instituto Moderno cuando era Director el Dr. Santiago Uceda, donde terminó sus estudios secundarios.

Cuando su vida rebozaba de felicidad. Cuando sus ojos empezaban a encenderse de las luces del futuro, su espíritu aventurero le gana y lo lanza recorrer el mundo, llegando a Panamá, Estados Unidos y parte de Europa.

En Nueva York estudia Ingeniería Mecánica y a los 22 años el amor llama a su puerta y a esa edad se casa con doña Esperanza Viñas Guzmán con quien regresa a Trujillo donde tiene cinco hijos: Thelma, Edmundo, Lidia, Vivian y Marcela Hoyle Viñas.

Su regreso al Perú se debió a que su padre, don Daniel, entonces Secretario General del Partido Aprista en Trujillo, había sido tomado preso, por lo que Telmo tuvo que hacerse cargo de los negocios que había emprendido su progenitor en el fundo “El Molino”.

No se dedica a ejercer su profesión de mecánica pero sí a la agricultura. Primero en el fundo El Molino y luego en terrenos propios de su fundo “La Esperanza” en el que se dedica a la siembra de hortalizas y al fomento de granjas de pollos, patos y pavos. También trabajaba en sus molinos de granos.

Dedicado desde su juventud a los trabajos de campo, nunca dejó de intervenir en la vida cultural, social, cívica y de política local. Su mayor aspiración fue poner en marcha una cruzada contra la contaminación ambiental a fin de salvar la naturaleza y los recursos naturales.

Empezó a escribir a una edad madura siendo el motor de su inspiración el nacimiento de su nieta María Pía. Un año antes de su muerte sacó a luz, un apacible y bello poemario titulado “VIDA, FE Y REBELDÍA” (1995), donde aparte de hermosos poemas vienen algunas reminiscencias sobre “Su Trujillo” que amó entrañablemente y que por obra de la pluma de Hoyle, muchas costumbres de Trujillo ya no serán olvidadas por que él las eterniza con realidad y precisión.

Pero, algo donde destaca don Telmo Hoyle, es en la poesía. Con segura habilidad canta a la soledad, se torna místico, se sumerge en sugerente reminiscencia evocando recuerdos que atenazaron su vida hasta el extremo de hacerlo verter dolidas lágrimas. Expone los consejos que le brinda la experiencia y como si fuera poco, a ese Thelmo, que muchas veces lo vimos transitar circunspecto y mesurado, nos asombra con su poema “Canción de amor…”

El Trigo, en el sentir de Hoyle, adquiere una recia sensatez bajo su inspiración. Canta a este cereal desde que está azotado por el viento y que cual alfombra verde, al moverse, semeja a azules olas marinas. Nos hace sentir la música que produce sus espigas y nos recuerda al sabroso pan de nuestras mesas. Hoyle, con gratitud inmensa, bendice a Dios por darnos el trigo y lo recuerda hecho ostia en la comunión de amor entre el hombre y Dios. Nuestro poeta se alegra de que haya trigo pues las esperanzas de que no haya hambre se agrandan, se vuelven gozos, y, como el ser amante y amoroso, coge un puñado de estas semillas, las enaltece y las ofrece a Dios pidiéndole para que tampoco falte ni la música, ni la alegría.

“VIDA, FE Y REBELDÍA” es un poemario que canta a la alegría, a la fuerza indómita que pone el hombre que cree en Dios para vencer obstáculos y alzarse hacia el triunfo.

Hoyle de Los Ríos fue gran amigo de Ciro Alegría. Pariente de Víctor Raúl Haya de la Torre. Gustaba de la música clásica, admirar las buenas pinturas de autores del medio como a Pedro Azabache, Luís Albitres Mendo, Armando Reyes Castro, Eladio Ruiz Cerna; admirar las finas caricaturas de Manlio Holguín Gómez o escuchar los recitales de la declamadora Mavila Cubas Vásquez. Escribía y hablaba correctamente el inglés. Un domingo del 24 de noviembre de 1996, sus ojos se cerraron para siempre, a las 8.30 de la mañana.

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