Letras Liberteñas

CARLOS ALFONSO RÍOS Y RÍOS

Escribe: Blasco Bazán Vera

Nuestro poeta nació en la ciudad de Chepén, Prov. De Chepén, La Libertad, Perú, el 31 de octubre de 1918. El gusto literario que hace gala en sus poemas, lo heredó de su padre don Manuel Pastor Ríos Gamarra, periodista a carta cabal y esculpidos por el maternal consejo de doña Irene Ríos de Ríos, su madre, mujer de gran talento que a pesar de sus años siguió dirigiendo el diario “LA UNIÓN” de Pacasmayo hasta el año 1990 que su esposo fundara en 1914 en la ciudad de Chepén, derrochando energía en el duro quehacer del periodismo.

Carlos Ríos y Ríos después de cursar sus estudios primarios y secundarios en las aulas provincianas se dirigió a Lima. Allí ingresaría a la Universidad de San Marcos, conociendo a otros amigos que influenciaron poderosamente en su genio literario.

Sus libros están formados por racimos de versos que demuestran su capacidad creadora. En cada poema hay algo de cosmos, de esotérico profundo. Se sumerge en el misterioso arcano y arranca bellas frases que sólo las mentes buenas pueden comprender. Sus versos son complejos y simples al mismo tiempo.

Vivió la mayoría de su juventud en el puerto de Pacasmayo cantándole al mar con innegable candorosidad. Veamos:

“...Ante ti y frente a las olas

quiero sumergirme en todas las angustias

correr hacia todas las playas que alumbraste lejos

navegar hacia no se qué puerto, permanente y escondido

que diluyes en tus manos y en tu infinita tristeza”.

Estos son los últimos renglones de su poema “Evidencia del mar en la tristeza” de su poemario “Tema y manera de lo ausente” donde Ríos nos brinda su muestra poética hablándonos con un idioma que él busca comprender y estructura sus versos con cierta extrañeza que parece someterlos a algo así como a un reajuste de expresión sublime, de una realidad poética, integral.

Manuel Abelardo Campos Rubiños, periodista pacasmayino ya desparecido dijo del otro poemario “ESTACIÓN PARA FLORECER” de Alfonso Ríos, es “como una eflorescencia exuberante de un genio poético que expresa en forma intensa y profunda sus poemas”. Veamos en un fragmento la apreciación de Campos:

“En el insomnio crecen islas de tiempo y cuernos

en derrota/ los hechos crujen con definitiva audacia

en el desvelo;/flor cadáver viola su tumba y salva el

vuelo;/el cuerpo herido-el margen en agua mustia

flota/... la luz en lo evidente el aleteo pierde/ humilde,

perenne, ya nada tengo que perder y nada llamo/

¡vegetal de angustia alimentándose del propio verde!”

Como observamos, en cada uno de los poemas de Ríos hay una actividad desconcertante, aferrando y amalgamando cada poema a un milagroso juego de palabras. Sin duda, su forma de escribir, el profundo sentir de las cosas sublimes, nos hace ver la necesidad de enterarnos para comprender mejor la constitución verdadera de cada uno de sus versos que brotan con sencillez. Todos ellos nacen de la existencia misma, por eso quizá, con justa razón Antenor Samaniego lo ubica junto con Horacio Alva Herrera dentro de la etapa existencialista de la Poesía Peruana.

Preguntado alguna vez Ríos, sobre el concepto que tiene de la poesía, fiel a su peculiar modo de expresar y escribir respondió para él, Poesía, era “la mejor forma de fugarse del mundo”.

Esta respuesta nos presenta al poeta chepenano de cuerpo entero. Cada poema que vierte parece arrancado de las entrañas del cosmos convirtiendo a cada uno de ellos en pequeños universos.

José Alfredo Hernández, al referirse sobre Carlos Ríos y Ríos lo describe como “un poeta de una tremenda profundidad lírica que contiene una poética de finísimos contornos. Con un léxico tal, que puede expresar fácilmente, sus más recónditos sentimientos con admirable claridad de matices. Cada verso de Ríos está preñado de una fuerza poética poco frecuente y plasmada de manera fuerte y decisiva.

OBRAS:

“TEMA Y MANERA DEL AUSENTE” (1939)

“ESTACION PARA FLORECER” (1940)

“CELEBRACIÓN DEL DESTINO” (1941)

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