Letras Liberteñas


ESTRELLA ARROYO DE GUEDES

Escribe: Blasco Bazán Vera

Teresa Arroyo de Guedes, nació en Paiján, Acope, La Libertad, Perú el año 1914. Esta dama es otra de nuestros valores literarios poco conocido. Ahora la rescatamos para darle a la juventud, el ejemplo de mujeres liberteñas que con su pluma alumbraron el camino de las letras del Perú. Menor en años que María Negrón Ugarte y Rosa Sandoval. Su empeño por el estudio y la superación la llevaron a obtener los grados de profesora, luego catedrática de la Universidad de San Marcos donde trabó amistad con los intelectuales Arturo Jiménez Borja y Manuel Pantigoso. En este mismo centro de estudios se doctoró en Filosofía el año de 1964.

Paralelo a su disposición para escribir, dictó sendas conferencias en varios países de América, especialmente en la Argentina donde publicó la mayoría de sus libros. Aparte de eso, fue una de las pocas mujeres que se dio de lleno para darle a la mujer la opción de ejercer el voto que sólo era ejercido por los hombres.

El viajar, como suele suceder en los poetas, y sobre todo en los hombres que aman a sus pueblos, jamás la apartó del pueblo que la vio nacer. Siempre lo mantuvo en lo más íntimo de su ser y elucubró en sus sentimientos los más bellos versos para su pueblo de Paiján.

En Teresa vuelve a darse aquello de que la distancia es la incitante, unida al amor, para componer hermosos versos que perennizan el afecto de las gentes. Hemos escogido el Poema “Paiján II” de su libro “Las Expiaciones” poemario escrito en 1964 para afirmar lo que anotamos:

PAIJÁN II

Vengo aquí a dormir la tierra amiga/donde una vez fui pez de aletas blancas,/olor de verdes chilcos delectantes/en humorosas vetas carbonadas.//Copas de viejos troncos arrimados/ a las piedras calizas del sendero.//aquí los vengo a ver.//Qué placer es amar la tierra nuestra/ llevando hornos altos a la vida/donde quemar palabras nunca dichas,/y dejar sobre el monto venusino/parvadas de relámpagos y trinos/bajo pátinas verdes del recuerdo.//Mi ensenada montar en potro fino.//Mi alameda mirar desde la Escuela.//El corral de mis primas y sus vacas.//El amplio lodazal de arroz sin duda,/ O más allá la sal de su mar ladino/De sauces que bordean el camino/ de mi río San Juan…

De cuerpo entero, Teresa Arroyo nos muestra su vena poética. Hemos tomado esta poesía que ella refleja su pasión por las letras. Son los pueblos que nos vieron nacer los que no debemos olvidar. Nada más absurdo que postergar el pueblo de nuestro nacimiento. Si bien es cierto que madre no es aquella que te trajo a la vida sino la que te crió, en los pueblos no cabe aquello. Ellos se imponen por su recuerdo telúrico, su pedazo de naturaleza que lo rodea; como dice Teresa “dormir la tierra amiga” refiriéndose sin duda a su pueblo Paiján. Sus libros aparte de “Expiaciones”, todos son bellos poemarios como “Caudales de Infinito” (1969), “La Vida Profunda” (1970), “Elegía a una Rosa” (1973), “Salvaje Estío” (1980) y “El Sol y la Pirámide” (1981) nos presentan una escritura cuajada, amorosa, lúcida, a la que urgentemente rescatamos para nuestro engarzarlo en elcollar literario de las letras liberteñas.

Teresa Arroyo de Guedes falleció el año 1990.

Literatura Liberteña

ESTRELLA ARROYO DE GUEDES

Escribe: Blasco Bazán Vera

Teresa Arroyo de Guedes, nació en Paiján, Acope, La Libertad, Perú el año 1914. Esta dama es otra de nuestros valores literarios poco conocido. Ahora la rescatamos para darle a la juventud, el ejemplo de mujeres liberteñas que con su pluma alumbraron el camino de las letras del Perú. Menor en años que María Negrón Ugarte y Rosa Sandoval. Su empeño por el estudio y la superación la llevaron a obtener los grados de profesora, luego catedrática de la Universidad de San Marcos donde trabó amistad con los intelectuales Arturo Jiménez Borja y Manuel Pantigoso. En este mismo centro de estudios se doctoró en Filosofía el año de 1964.

Paralelo a su disposición para escribir, dictó sendas conferencias en varios países de América, especialmente en la Argentina donde publicó la mayoría de sus libros. Aparte de eso, fue una de las pocas mujeres que se dio de lleno para darle a la mujer la opción de ejercer el voto que sólo era ejercido por los hombres.

El viajar, como suele suceder en los poetas, y sobre todo en los hombres que aman a sus pueblos, jamás la apartó del pueblo que la vio nacer. Siempre lo mantuvo en lo más íntimo de su ser y elucubró en sus sentimientos los más bellos versos para su pueblo de Paiján.

En Teresa vuelve a darse aquello de que la distancia es la incitante, unida al amor, para componer hermosos versos que perennizan el afecto de las gentes. Hemos escogido el Poema “Paiján II” de su libro “Las Expiaciones” poemario escrito en 1964 para afirmar lo que anotamos:

PAIJÁN II

Vengo aquí a dormir la tierra amiga/donde una vez fui pez de aletas blancas,/olor de verdes chilcos delectantes/en humorosas vetas carbonadas.//Copas de viejos troncos arrimados/ a las piedras calizas del sendero.//aquí los vengo a ver.//Qué placer es amar la tierra nuestra/ llevando hornos altos a la vida/donde quemar palabras nunca dichas,/y dejar sobre el monto venusino/parvadas de relámpagos y trinos/bajo pátinas verdes del recuerdo.//Mi ensenada montar en potro fino.//Mi alameda mirar desde la Escuela.//El corral de mis primas y sus vacas.//El amplio lodazal de arroz sin duda,/ O más allá la sal de su mar ladino/De sauces que bordean el camino/ de mi río San Juan…

De cuerpo entero, Teresa Arroyo nos muestra su vena poética. Hemos tomado esta poesía que ella refleja su pasión por las letras. Son los pueblos que nos vieron nacer los que no debemos olvidar. Nada más absurdo que postergar el pueblo de nuestro nacimiento. Si bien es cierto que madre no es aquella que te trajo a la vida sino la que te crió, en los pueblos no cabe aquello. Ellos se imponen por su recuerdo telúrico, su pedazo de naturaleza que lo rodea; como dice Teresa “dormir la tierra amiga” refiriéndose sin duda a su pueblo Paiján. Sus libros aparte de “Expiaciones”, todos son bellos poemarios como “Caudales de Infinito” (1969), “La Vida Profunda” (1970), “Elegía a una Rosa” (1973), “Salvaje Estío” (1980) y “El Sol y la Pirámide” (1981) nos presentan una escritura cuajada, amorosa, lúcida, a la que urgentemente rescatamos para nuestro engarzarlo en elcollar literario de las letras liberteñas.

Estrella Arroyo de Guedes falleció el año 1990.

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