Letras Liberteñas

PEDRO ARTEAGA AVELLANEDA

Blasco Bazán Vera, blascobv@hotmail.com

Este genial escritor nació en Cutervo, Cajamarca, el 29 de junio de 1935. Dejó su lar querido y venirse a Trujillo para estudiar y dar lo mejor de sí en sus avatares intelectuales. Aquí en Trujillo se unió a la pléyades de inquietos jóvenes literatos que más tarde irrumpirían en el mundo de las letras fundado el prestigiosos grupo literario “Trilce” donde Juan Morillo Ganoza, Juan Paredes Carbonell y Teodoro Rivero Ayllón fueron sus principales impulsores, a este grupo se integrarían Miguel Angelats Quiroz, Manuel Ibáñez Rossaza, su hermana Mercedes, Eduardo González Viaña, Eduardo Paz Esquerre, Manlio Holguín Gómez, Américo Herrera Calderón, Rogelio Gallardo Bocanegra, Santiago Aguilar Aguilar, Gerardo De Gracia Velásquez, Gerado Chávez López, Julio Alarcón Carrera, Walter Palacios Vinces, Claudio Espejo Lizárraga, Alfredo Martínez Vargas, Armando Reyes Castro, Jorge Díaz Herrera, Lorenzo Osores, Cristóbal Campana Delgado y otros más.

Pedro Arteaga Avellaneda fue un poeta de honda sensibilidad que le permitió barnizar a sus versos con pinceladas de arte puro. Escribió sobre todo lo material e inmaterial como su espíritu captó las cosas de la vida, es decir, fue un auténtico cazador de impresiones. Su predisposición a la amistad, el sentido bonachón de su forma de ser, la seriedad que impuso a sus actos, le valió rápidamente ser apreciado por cuantos le conocieron. Los diarios de esa época, especialmente el diario “Norte” acogió en sus páginas las sesudas inquietudes literarias de Arteaga, quien, unido al pujante impulso de los jóvenes literatos de su tiempo, se convirtió en un infaltable colaborador.

Cuando el poeta patacino Juan Morillo Ganoza se impuso en el certámen literario de Poesía habido en Trujillo, el año 1957, Pedro Arteaga estuvo entre los amigos quien junto a Juan Paredes Carbonell y Manuel Ibáñez Rosazza le extendieron los brazos fraternos de generosa amistad festejando ruidosamente el triunfo. Es que Arteaga, siempre se destacó por ser un hombre desprendido, libre de esos egoísmos que minimizan al hombre y gracias a esa libertad espiritual supo reconocer en demasía el valor que tenían sus amigos, por eso su poesía es diáfana, sensitiva colmada de una profunda calidad humana.

De su libro, el poemario “Cauces del Verbo”, publicado en 1958 que le valió enjundiosos comentarios por la calidad poética que encierra, destaca el poema que lleva el mismo nombre del título del libro y que por su hermosa hondura leemos lo siguiente: “CAUCES DEL VERBO”: “Todo es turbio y amargo en este rancho;/ las mañanas, el polvo. El polvo del medio día,/ el mal olor de la basura, y, a/ ratos, el horizonte altivo, fácil, ancho.// Las moscas, los cartones, bajo el ancho/ horizonte, con el viento moviéndose a porfía;/ una mesa temblona y la melancolía/ acostumbrada ya, decoran este rancho.// A veces en la noche, de la calle viniendo/ pienso por qué es que nunca puedo vivir mejor/ que esta manera turbia como sigo viviendo.../ Y tal vez cartones sucios moverse alrededor/ o encima de las cañas, mientras estoy diciendo/ cuando, ah, ... nos iremos, me acostumbro al dolor...”

Su otro poemario lleva por título “Palabras Personales” (1966), y fue impreso por la revista literaria Runakay que dirigía el naciente y luego prestigioso poeta jequetepecano Antonio Escobar Mendívez y su esposa. Noemí de Escobar.

Pedro Arteaga Avellaneda salió de Trujillo, luego enrumbo a la China milenaria de donde regresó al Perú para elegir a nuestra sórdida selva peruana como lugar donde definitivamente radicar.

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