Letras Liberteñas

MIGUEL RODRÍGUEZ LIÑÁN

Blasco Bazán Vera, www.blascobazan.blogspot.com

Este escritor, nació en Trujillo del Perú, el 16 de noviembre de 1961. Hijo de Miguel Rodríguez Paz y Rosalinda Liñán Ruiz. Es traductor y poeta. Cursó estudios superiores en la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad de Provenza (Francia). Residente en Francia desde 1984, en París, Aix-en-Provence, actualmente en Marsella. Su obra literaria es abundante, habiendo, hasta el momento, publicado dos interesantes novelas, “Leyenda del Padre” y “Eva nivelunga”.

La primera novela narra las peripecias que pasa el padre del novelista en el mundo de la abogacía, del recitar de poemas, de la fascinante bohemia, del anchuroso mundo que le brinda la pasión por las letras. Esta novela es interesante, porque a don Miguel Rodríguez Paz, padre del autor y personaje central de la novela, su hijo Miguel, relata hábilmente las hazañas que pasa su padre, en el lugar llamado Puerto Perdido, que no es nada menos que la ciudad de Chimbote.

Miguel Rodríguez Liñán, quizá, modestamente no acepte ser catapultado a la mansión de los buenos escritores, pero, la redacción que emplea, el buen uso del lenguaje, la trama colmada de acciones, de acontecimientos inesperados, y, en ocasiones, extraordinarios, llevando a concluir con éxito la travesía en que se embarcó nos permiten afirmar que estamos frente a una verdadera revelación, literaria.

“La leyenda del padre”, es una novela íntimamente apegada al ambiente socio cultural de Chimbote donde la imagen del padre del novelista aparece como una centella azotando las fibras del hijo, clavándosele en su ser, haciéndose una sola persona, de tal manera, que éste, su hijo Miguel, logra plasmar y narrar con gran precisión la vida desplegada por su padre, sus rimbombantes discursos, el mágico embeleso con que sumió al oyente a través de sus contundentes recitales, su pasión de concebir y concebir más agrupaciones culturales y, por supuesto, las aventuradas vivencias desplegadas para mantenerse en pie ante las patrañas que le ofreció la vida y sus misterios. Sin duda alguna, su padre, protagonista principal, propicia los episodios de su vida que muy bien sirven de insumo para que su hijo, con estilo llano y sencillo, escriba una novela penetrante y original, llamada a convertirse en una excelente pieza literaria.

Su otra novela, “Eva Nibelunga”, está ambientada en los hermosos años 80 en Aix-en-Provence, bella ciudad francesa, donde nos ofrece una magnífica y deliciosa lectura sobre los inmigrantes latinoamericanos en Europa, y de las bellas muchachas que alegran la vida y la literatura, al más puro estilo de ese fauno inmortal llamado Henry Miller.

“Eva nibelunga”, más que una novela, es un gozo carnal, una experiencia interminable. Es para leerla de un tirón. Los personajes son movidos ajedrecísticamente donde el jaque mate para el lector, es labrado con mucha fruición, de tal manera que la muerte inesperada y artera, es recibida con pizcas de jocosidad y humor.

Casualmente, el humor es tratado con sensible delicadeza y cada personaje juega el exacto papel que le corresponde. No hay exageraciones ni rasgos circunstanciales que empañen su lectura, y, comulgando con el mismo Miguel Rodríguez Liñan, también podemos aceptar que en esta novela, todo lo que en ella le parece erróneo al autor, respecto al fenómeno amoroso de los siglos XI o XII, no hay tal error, pues los hechos sobreviven, mal que bien, impregnados de sentimientos categóricos tal como son concebidos en la cultura occidental que nos permiten nuevamente afirmar que “Eva nivelunga”, es un fortísimo esfuerzo de coherencia y lucidez, donde, sin ningún tapujo, los hechos que en ella se narran, cobran contundencia por la originalidad con que son expuestos.

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