VALLEJO, CASÓS Y PACO YUNQUE

Blasco Bazán Vera, blascobv@hotmail.com

El cuento “PacoYunque” que tanta satisfacción da leerlo y que ha merecido innumerables comentarios como el escrito por la escritora Mara García quien incluso lo ha plasmado en un importante libro, sigue siendo difundido y comentado.

Y sigue siendo comentado porque es un cuento de amena lectura por causa de los electrizantes pasajes que contiene. Vallejo, al escribirlo, fue acompañado de su fantástica genialidad que le ha permitido, hasta la fecha, ser admirado por esta creación.

Fernando Casós Flores, ese ilustre personaje nacido en Trujillo el 31 de diciembre de 1828, cuya vida estuvo al borde de lo ejecutivo y que en sus argumentos fue contundente por la clara razón que tuvo, escribió en Francia, el año de 1874, la interesante novela “Los amigos de Elena” donde narra pasajes interesantes de la vida trujillana de la época del 1840, entre ellos la diáfana amistad que tuvo con su amigo Casafranca, estudiante como él del colegio Seminario San Carlos y San Marcelo.

Es casualmente este pasaje quien lanza al lector a pensar en César Vallejo y su Paco Yunque. Aquí, vale hacer una digresión. Jorge Luis Borges argumentó de que todos teníamos derecho de hacer nuestro lo que esté al alcance de nuestra sensibilidad. Este argumento ha sido asimilado por muchos escritores famosos del mundo para guiar sus obras en base a evidencias por otros concebidas, entre ellos a Mario Vargas Llosa, García Márquez y hasta el mismo Carlos Fuentes quienes agregaron más imaginación a lo ya escrito por otros. “La ciudad y Los perros”, dice Efraín Kristal, director del Dpto. de Literatura Comparada de la Universidad de California, “se construyó con la idea del colegio como microcosmos de la sociedad peruana, planteada por Arguedas en “Los ríos profundos” y antes en “Paco Yunque” de César Vallejo”.

César Vallejo viajó a Europa el 17 de junio de 1923. Estando en el Perú, deslumbró por la clara inteligencia. Hombres y mujeres fueron arrebatados por el inmarcesible poder de su amistad. Supo rodearse y buscar amigos que reconocieron su valía. El Grupo “Norte” que reunió a lo mejor del intelecto y la acción de Trujillo, lo tuvo entre sus preferidos. Saboreó con estoicismo las dulzuras y amarguras que la vida le prodigó. Huyó de su patria por causa de sucesos que no cometió y que le valieron cárcel por más de 100 días. Llegó a Paris y como todo lector apasionado enrumbaría hacia la biblioteca y al preguntar por algún libro escrito por un peruano le alcanzaron, probablemente “Los amigos de Elena” de Fernando Casós.

Vallejo, presto lo leería y quedaría conmovido con el pasaje en que Arístides Casafranca “El serranito”, venido de Cajamarca, era víctima de la mofa de los estudiantes seminaristas que le mortificaban por placer y convertían al “serranito” Casafranca en objeto de su escarnio. Casós y Casafranca dieron furibunda paliza a los burlones y desde ese día, 1844, a nadie se le ocurrió volver a fastidiar al “Serranito”.

Si tomamos en cuenta lo vertido por Jorge Luis Borges, algo de verdad se encaja en sus definiciones para acercarlas en lo hecho por otros escritores al que agregamos al mismísimo Shakespeare.

Si es así, por qué no resaltar la visión creadora de César Vallejo al absorber el relato de Casós. Aclaremos que una cosa es copiar y otra cosa es crear. Copia el escritor insensato, crea el escritor avisado, contundente. El pasaje que narramos permitió a César Vallejo y su genialidad, crear su hermoso cuento “Paco Yunque” quien como sabemos, fue escrito el año 1931 y tuvieron que pasar más de 20 años para ser publicado pues las editoras argumentaban que era un cuento muy fuera de lo real, por no decir: doloroso.

Entonces puedo afirmar al amparo de Borges, que la innata sensibilidad vallejiana vibraría al unísono ante la lectura de “Los amigos de Elena”, grabándosle aquel episodio real para más tarde escribir su “Paco Yunque” cuya inspiración la halló en lo escrito en Francia por el trujillano Fernando Casós Flores.

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