LITERATURA LIBERTEÑA

CLODOMIRO MAGNO GUEVARA VARGAS

Escribe: Blasco Bazán Vera

Clodomiro Magno Guevara Vargas, nació en Huamachuco el 15 de abril de 1898. Escribió usando el seudónimo de “Clomaggue”. Sus principales obras son: “Estampas Wamachukinas”, “Rayancimbas”, “Arias Jalkinas” y “Gajos de Ensueño”. Las tres primeras reaparecieron editadas en un solo volumen el año de 1981.

Clomaggue, como ha sucedido con muchos de nuestros literatos de la región liberteña, permanece conocido solamente para su tierra, fuera de ella es un perfecto desconocido. Este es uno de los motivos que me llevan a escribir este Rescate Literario. La tarea es ardua pero al fin obtendremos la satisfacción de que muchos hombres como el caso de Clomaggue, no queden sumergidos en el olvido.

Sus primeros años los pasó estudiando en su antiguo Centro Escolar de Varones 261 de su tierra natal y la secundaria en el Colegio Nacional “San Nicolás”, destacando por su capacidad intelectual, llegando años más tarde a ser docente del mismo plantel.

De Huamachuco pasó a radicarse en la hacienda Cartavio donde impulsado por su afán de justicia y bien, fundó el periódico “Grito de Redención” de estilo peleador y combativo. Después de realizar una fecunda labor cultural, intelectual y periodística, regresa a su tierra cargado de emoción social. El Apra y su legado histórico habíanle conquistado. Esto le trajo los sinsabores de siempre: Persecución y cárcel que pagó componiendo bellos versos de profunda admiración. El aprecio de sus contemporáneos lo convirtieron en alcalde de su ciudad al frente de la Junta Municipal Transitoria donde cumplió acertada labor.

Clomaggue, es el poeta que ama y canta a su terruño. En su libro “Estampas Wamachukinas” nos ofrece poemas cargados de pasión a la tierra que lo vio nacer. Hace una bella descripción de su pueblo serrano con tanta maestría que nos asombra su calidad artística, y, más aún, nos quedamos estupefactos al sentir que nuestros estudiantes jamás, poco o nada, conozcan sobre este autor capaz de sublimar y pulir con sus versos el espíritu del hombre. Sus poemas son una sinfonía de aprecio y candor. Son una clarinada de alerta para muchos escritores que desdeñando el lugar donde nacieron, jamás le cantan a sus pueblos con la inocencia, pureza y lealtad como canta este vate. Con que dulzura, se refiere, en el poema “Mi Kancha”, al maíz hecho cancha en el que notamos la facilidad con que desliza su admiración a este manjar de la naturaleza, presentándonos a un verdadero cultor de la poesía cuyas frases están rebosantes de simpatía, de tibieza fraterna, de amical confidencia. Guevara, con su poema titulado “Mi Kancha” de su libro “Rayancimbas”, nos estremece al convertir un simple cereal en una hermosa alegoría de amor. Disfrutemos una parte del poema:

MI KANCHA

Kancha, kancha, kancha dulce,

pan incario, pan silvestre,

recia trama de kushal.

Sinfonía dental de los arrieros,

de los pongos y zagales,

de los chaskis y faineros.

Kancha, kancha, kancha dulce,

campanada preventiva

de los rústicos yantares…

Transmito parte de este poema con la finalidad de avivar el amor hacia lo nativo, hacia lo nuestro y así comprender cómo exaltan los hombres a su riqueza natural. Cómo los pueblos cantan a sus frutos con tanta afecto y cómo alaban su grandeza. Pero, este cantor andino como fue Clomaggue, sólo es conocido en su pueblo. Los editores y buscadores de libros se anidan en “Lima la horrible” al decir de Salazar Bondy y cantan lo que les llega a sus manos convirtiendo en escritores a muchos que no se lo merecen. Jamás investigaron. Se quedaron quietos y amorfos en su Lima con sus “grandes” literatos sin recuperar a otros como el que hoy estamos dando a conocer.

Guevara Vargas y su libro “Estampas Wamachukinas”, nos recrea de veras y traslada el ande fijándolo en nuestra retina. Canta a sus mejores hombres, a sus escuelas, iglesias, a las fiestas religiosas y su primero de mayo; a su campiña y como no podía faltar, canta a su madre a quien le dedica un tierno poema que identifica la azarosa vida que vivió el poeta. Pero, este canto a su madre, no es decadente y ni menos desgraciado. Es un canto filial, inmensamente apasionado y hasta podríamos decir, confidente y buscador de un perdón. Una estrofa delata el estado de ánimo de Guevara cuando le dice a su madre:

“... ¡Pobrecita, madre mía! en tu testa ya ha nevado/ Más. ¿Qué importa/ que en tu cúspide haya nieva/ si es tu pecho un volcán combustionado?... Eres víspera ya de una agonía/ Más, ¿quién sabe si mañana cerraré yo tu pupila o vos la mía?...”

En su otro libro “Rayancimbas” (1940), Clomaggue se le nota más cuajado. Sus versos son torrente de lucidez extrema. Asombra su manera de escribir. Detalla los pueblos con su gente y sus costumbres con tanta armonía, que, en verdad, reclama urgentemente que este escritor sea estudiado y conocido en toda su dimensión. Cada poema es un brochazo bello de palabras que se incrustan en nuestras venas y nos hacen leerlo con avidez pues sus palabras son penetrantes, incisivas, reverentes.

Clodomiro Guevara Vargas murió el 2 de julio de 1951 a poco tiempo de haber escrito sus libros “Arias Jalkinas” y “Gajos de Ensueño” dejándonos el sabroso recuerdo de sus versos cargados de firmeza y aplomo literario.

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